lunes, 19 de agosto de 2013

CRÓNICAS DE UNA MUERTE ANUNCIADA, ANÁLISIS

CRÓNICA DE    UNA MUERTE  ANUNCIADA: EL REFERENTE EXTRATEXTUAL Y SU FICCIONALIZACIÓN EN EL TEXTO LITERARIO.

(Fragmentos de los Caps. V y VI de Morales, Eddie. Mito y Antimito en García Márquez. Valparaíso, Ediciones de la Facultad de Humanidades,Universidad de Playa Ancha, 2002, passim pp. 67-84.)


Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, tiene como fuente metadiscursiva[1] de la materia narrada un hecho real de parecidas connotaciones a los eventos de la novela acontecido en el pueblo de Sucre en Colombia.

Segre acota que "sí se quiere explicar la génesis de una obra será útil, cuando sea posible, la reconstrucción del contexto" (1985: 43). Esto último es lo que se pretende en este capítulo: señalar la posible fuente extratextual de Crónica de una muerte anunciada, ficcionalizada en el discurso literario.

En más de una oportunidad García Márquez ha manifestado que "solamente
escribo sobre cosas que conozco; gente que he visto. Yo no analizo” (Revista Hoy, Agosto de 1981). Es indudable que su oficio como redactor y periodista, ha llevado a nuestro autor a buscar en el mundo circundante la materia narrativa para sus obras, por eso que la afirmación recién citada cobra plena validez, ya que la novela sobre la muerte de Santiago Nasar está basada en un hecho luctuoso de carácter policíaco sucedido en 1951 en el pueblo de Sucre en Colombia, que involucró casi al mismo número de personajes que los que aparecen en la novela.

De esta manera, entonces, el asunto[2] de este relato -según la definición kayseriana-, o sea, la idea inspiradora de la historia narrada, es el hecho de sangre acontecido en Sucre y que, probablemente, atrajo a García Márquez por el potencial novelesco encerrado en la historia policíaca. Ciertamente que como periodista García Márquez sabía que en el episodio sucreño estaban los elementos claves y necesarios para ficcionalizarlos a través del discurso narrativo.

Las conexiones entre el texto literario de García Márquez y su probable fuente extratextual se encuentran, en el método que adopta el narrador en la concretización del mundo, esto es, la encuesta periodística, pues el enunciante combina el relato en primera persona con los discursos de los personajes, es decir, de los testigos.

“ El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de intérprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte.”]

Además, esta conexión con el discurso periodístico al interior del texto narrativo se revela mediante el uso del vocablo "crónica", que remite semánticamente al ámbito [periodístico] señalado en el que el autor se ha movido gran parte de su vida.

De igual modo, la relación extratextual también se manifiesta a través de los rasgos de novela policial que tiene la obra de García Márquez, cuya lectura también es pertinente, pues "si la novela policíaca parte de un suceso que el narrador o el protagonista deberán desentrañar en el curso del relato, Crónica de una muerte anunciada nace de un suceso más o menos similar. La novela se parece a un efecto que busca su causa " (Collazos 1983: 221). Por otra parte, se debe tener presente que ya en su primer relato novelesco, La Hojarasca, había insinuado los códigos de la novela policíaca en la materialización de este texto. De este modo no es extraño que en la novela sobre el asesinato de Santiago Nasar, García Márquez vuelva a moverse sutilmente en torno a situaciones típicas del relato policial, más aún si la novela se asienta sobre la base de un hecho que tiene estas características.

Sin embargo, en el manejo de los códigos pertenecientes a este tipo de texto literario, el autor transgrede ciertos tópicos del mismo.[Resolución del enigma; solución del caso] Así, por ejemplo, en la novela nunca se llega a dilucidar cabalmente si Santiago Nasar fue realmente el seductor de Angela Vicario, pues el narrador escamotea este dato dejando al lector sumido en la incógnita, situación que en el relato policial típico generalmente no acontece. A este respecto, Amorós acota que "la novela policial tiene un carácter fuertemente cerebral. Significa la resolución de un problema, casi de un crucigrama (.. ). Obedece a uno de los pocos prejuicios que son aceptados universalmente: el malhechor es un antisocíal, debe ser hallado y castigado (...) Su meollo son los hechos. Más aún: busca una verdad concreta, fácilmente ininteligible. Y evita todo elemento inútil o retardatario del ritmo de la acción, que debe ser trepidante"(1981: 126 - 127).

Evidentemente que en la novela de García Márquez ciertos datos textuales de la materia narrativa son irresueltos por el narrador, debido a la perspectiva narrativa que adopta para enunciar el discurso. De los rasgos acotados por Amorós, sin duda, que los hermanos Vicario ejercen justicia por su propia cuenta, transformándose así Santiago Nasar en el malhechor sin que se le haya probado la culpabilidad que ocasiona el castigo. Lo anterior es producto de la desconstrucción del código policíaco realizado por García Márquez en esta novela; donde sí se mantiene en los ámbitos contextuales de este tipo de relato es en lo que Amorós denomina el ritmo de la acción, ya que el narrador se concentra en la desnuda anécdota, sin que elementos catalíticos[3] vengan a complementar el relato, pues lo que realmente interesa es la presentación de los hechos.

El narrador, además, niega otros elementos del código de la novela policial. Habitualmente este tipo de relato inicia la enunciación del discurso por su desenlace, es decir, se trata de encontrar al culpable del hecho delictuoso. En otras palabras, "todo está en ella al servicio del hecho de que el lector tenga posibilidades de averiguar el culpable; y, a la vez, que la solución final sea sorprendente" (Amorós 1981:126). En el caso de la novela de García Márquez, la composición del texto diegético[4] es mediante la disposición 'in medias res'[5], porque los hechos, como es característico en la narrativa del autor, son presentados cuando ya se han iniciado; de este modo, el lector se ve inmerso inmediatamente en la materia narrativa. Por el contrario, el relato típico policial dispone los acontecimientos en 'in extremas res'[6].

En Crónica de una muerte anunciada la primera línea de la enunciación anuncia ya el desenlace;[ El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.] así, García Márquez también deconstruye el código del relato policial, pues la sorpresa de que habla Amorós es anulada por el propio narrador desde el principio.

Mas este anuncio prematuro no le quita expresividad ni interés a la intriga, ya que el narrador maneja con habilidad los datos contradictorios o inconexos, aventurando hipótesis más que certezas, poniendo los hechos en diferentes versiones de testigos del suceso de sangre. El desarrollo de los eventos conducirá en la novela a saber por qué y cómo fue muerto Santiago Nasar, además de quiénes lo ejecutaron; pero el relato mantendrá en silencio si el seductor de Angela Vicario fue tal realmente.

Finalmente, el relato presenta un narrador-investigador que indaga el homicidio [Otra de las fases obligatorias del esquema en que se asienta todo relato policial]casi como una encuesta judicial, transformando así la novela en "la zigzagueante reconstrucción de un crimen, tema nada novedoso y que únicamente por la forma de ser narrado se convierte en novela singular" (Collazos 1983:226).

Los datos del crimen ficcionalizado por García Márquez fueron recogidos periodísticamente en un reportaje especial realizado en Sucre y publicados en 1981 en la desaparecida revista chilena semanal Hoy, con ocasión de la circulación de la novela del colombiano. "Al parecer no fue en  ese hombre
árabe (Santiago Nasar) sino en un muchacho colombiano en quien se efectuó el delito, joven de poco más de veinte años y que estudiaba medícína. Debido a razones de honor, tal como aparece en la novela, se persigue lo insólito: matar"(Macías 1982: 57).

Efectivamente, en el municipio de Sucre los mayores recuerdan todavía con horror el crimen perpetrado en una mañana lluviosa del año mil novecientos cincuenta y uno, en el que el joven Cayetano Gentile, de 22 años, estudiante de tercero de medicina en la Universidad Javeriana de Bogotá y heredero de la mayor fortuna del pueblo, cayó abatido a machetazos, víctima de un confuso incidente de honor y sin saber a ciencia cierta por qué moría. Según la información del semanario, Cayetano fue asesinado por los hermanos Víctor y Joaquín Chica, cuya hermana Margarita, casada el día anterior con Miguel Reyes y devuelta por el marido la misma noche de bodas, acusó a Cayetano de ser el autor de la desgracia que le había impedido llegar virgen al matrimonio.

Este asunto extratextual perteneciente al código policíaco judicial, le sirve a García Márquez treinta años después de fuente de inspiración para estructurar su novela; el episodio sucreño le permite establecer la mecánica amorosa de la historia ficticia inspirada en el suceso policial.

Por otra parte, CMA se presenta como un relato singulativo, ya que en él se desarrolla una historia o evento único, esto es, la muerte de Santiago Nasar producto de las heridas que le propinan los hermanos Pablo y Pedro Vicario, para vengar la supuesta afrenta cometida por el dueño del Divino Rostro en la persona de Angela Vicario, la que acusa a Santiago Nasar de haber sido su seductor, lo que hace que su reciente esposo Bayardo San Román la devuelva la misma noche de su boda al encontrarla desvirginada.

Hemos puesto supuesta afrenta, pues en el relato nunca se establece taxativamente si Santiago Nasar fue el causante del hecho que ocasionara la tragedia: la muerte del protagonista. Este evento suscitará la investigación del narrador-cronista varios años después del suceso, con el fin de explicarse la muerte de Santiago, indagación que es realizada a través de la encuesta a los principales participantes en el hecho, así como a los testigos y a los propios recuerdos de que dispone el narrador.[ Acercándose entonces la novela de García Márquez a los códigos del relato policial, como ya quedó dicho]

La narración, por tanto, se establece como un relato homodiegético[7], ya que el narrador está presente en la historia como personaje.

Es este narrador-cronista quien plasma lingüísticamente los eventos que condujeron a la muerte a Santiago Nasar. La perspectiva que adopta este narrador de CMA es la focalización múltiple[8], pues el mismo acontecimiento es visto sucesivamente por diferentes actantes[9], que van siendo apelados por el narrador básico en este intento por configurar la historia, en otras palabras, por aclarar los hechos que desembocaron en la muerte de Santiago Nasar.

Estas perspectivas diversas son las que hacen que CMA desde el punto de vista semántico se constituye como un texto irresuelto, abierto, ambiguo, porque en el nivel del enunciado se va desfigurando o negando aquello que en la enunciación se ha ido concretizando. Este juego constructivo/desconstructivo en que nos hace participar el narrador busca descentrar el relato desde la categoría significativa en que se le sitúa como texto escritural. Como tal, la novela de García Márquez se inscribe como una crónica, es decir, como un relato donde se busca presentar una relación de hechos históricos según se han ido realizando en el orden del tiempo.

Para Solotorevsky, la crónica es "un texto estrechamente relacionado al tiempo y al calendario, que registra especialmente acontecimientos aislados, configurados en un lenguaje conciso, con impersonalidad, prescindencia de comentarios valorativos, objetividad, precisión y sin ambigüedades, texto válido como fuente histórica y en el cual el cronista expondrá -siguiendo un orden cronológico hechos de los que fue actor o testigo o que están presentes en la memoria de sus contemporáneos" (1984:1077 - 1078).

Constructivamente, CMA se presenta como una crónica desde su propio título, cuyo valor semántico tiene una doble acepción, ya que es anunciativo por cuanto remite el contenido de la historia y enunciativo, pues señala el orden escritural en que se pretende insertar como configuración lingüística, o sea, como texto cronístico.

En una primera instancia, la obra de García Márquez participa de los aspectos determinantes de la naturaleza de un discurso que tenga este carácter. Así, por ejemplo, el narrador confiere importancia a la precisión temporal, señalando la hora en que se levantó Santiago Nasar el día en que fue asesinado; con igual exactitud recuerda la circunstancia temporal en que salió de su casa, para informar que desde este momento hasta que fue muerto por los Vicario habla transcurrido una hora:

"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo (...). Más aún: las muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.06 hasta que fue destazado como un cerdo una ahora después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen humor... "(9 - 10).

Además, como texto cronístico, CMA participa de tal condición porque pretende registrar un acontecimiento central en el orden de la historia, esto es, la muerte de Santiago Nasar, desde un narrador-cronista que reconstruye los hechos ocurridos veintisiete años antes, basándose en sus propios recuerdos así como en la memoria colectiva de sus contemporáneos:

"Siempre soñaba con árboles'; me dijo Plácido Lineros, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato"(9).

Sin embargo, esta perspectiva cronistica de la exactitud y de la precisión que el narrador esboza en las primeras líneas del relato, es sistemáticamente desconstruida y negada por la propia enunciación lingüística del narrador, ya que cuando se refiere a las circunstancias ambientales y atmosféricas del día en que Nasar fue asesinado, lo hace con un discurso ambiguo que en definitiva no aclara cómo se presentaba ese día lunes:

"Muchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un buen febrero de aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre, con un cielo turbio y bajo y un denso olor de aguas dormidas, y que en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño " (11) .

Paradójicamente, toda esta situación es negada más adelante por los testimonios de Victoria Guzmán ("estaba segura de que no había llovido aquel día, ni en todo el mes de febrero", 17); los Vicario ("No estaba lloviendo'; recordaba Pablo Vicario. 'Al contrario -recordaba Pedro-: había viento de mar y todavía las estrellas se podían contar con el dedo'; 100); la impresión del propio narrador ayuda también a situar en la inexactitud y en la imprecisión al discurso: "Hasta entonces no había llovido. Al contrario, la luna estaba en el centro del cielo, y el aire era diáfano..." (108). Por otra parte, Cristo Bedoya también opina contrariamente a como lo hace la mayoría, pues para él ese día no llovía: "Por supuesto que no estaba lloviendo" ; me dijo Cristo Bedoya. "Apenas iban a ser las siete, y ya entraba un sol dorado por las ventanas.

Las citas vienen, entonces, a confirmar la idea de que el discurso planteado en un comienzo como esencialmente cronístico, se desdibuja paulatinamente por las contradictorias versiones para señalarla situación ambiental de ese día. Si nos atenemos a la opinión de la mayoría, se descubre que está sustentada en una imagen mítica de la realidad, es decir, la mayoría pueblerina busca asociar la situación ambiental del día fatal con las características que tiene el hecho de sangre; por esta razón, el narrador al recoger la opinión de las gentes dice que "era un tiempo fúnebre"; con "un cíelo turbio "y "un denso olor de aguas dormidas".

Semánticamente, se intenta crear una ambientación tétrica, deprimente, propicia para el evento que ocurrió ese día: la muerte de Santiago Nasar.

De este modo se mitifica la realidad, señalando incluso que "en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño”. Con este indicio se provoca la unión de la realidad concreta -que en el fondo no ha sido aclarada por el narrador- y la realidad onírica -los sueños premonitorios de Nasar-, produciéndose la pérdida de la objetividad y precisión del discurso cronístico.




[1] Elemento extratextual
[2]Lo que vive en una tradición propia, ajena a la obra literaria, y que va a influir en su contenido”.
    (Wolfang Kayser, Interpretación y análisis de la obra literaria.)
[3] Las unidades narrativas son:
-Los núcleos son las acciones que dirigen la narración hacia la situación final o desenlace.  Abren, mantienen o cierran una alternativa, de manera que encauzan el curso de la acción en determinada dirección. Por ejemplo, el protagonista invita a cenar a una chicasi ella accede, iniciarán un romance; si no accede, él pasará la noche vagando por el puerto, desconsolado,  y  allí conocerá a otra chica que también acaba de salir de un desengaño amoroso y el romance del relato se producirá con ella. Es decir,  la acción invitación más la reacción aceptación/rechazo producirán una transformación muy importante en la historia o en los agentes de la historia, hasta el punto que su modificación o supresión alteraría notablemente el sentido de la narración.   
-Las catálisis son las acciones o secuencias de acontecimientos que conectan los núcleos entre sí, permitiendo el fluir de la historia.  Pongamos que la chica acepta la invitación a cenar del protagonista.  La siguiente acción puede ser que él va a recogerla a casa para llevarla al restaurante.  O bien, que la chica coge el tren desde el pueblo donde vive para ir a la ciudad donde está el restauranteO podemos contar lo que hacen cada uno de los dos en las horas previas a la cita, incluyendo la visita de la chica a la peluquería y la del chico al banco para sacar el dinero necesario para pagar la factura. O eliminar toda esa parte y empezar directamente cuando ya están sentados a la mesa

[4] Diégesis. Del griego. Sustantivo femenino. En el análisis de obras literarias, relato, entendido como secuencia lógica y temporal de las acciones.
[5]  Planteamiento del DISCURSO narrativo que por comenzar el relato en un punto medio del TIEMPO DE LA HISTORIA, como hizo Homero en la Iliada, provoca luego la retrospección o ANALEPSIS.
[7] Aquel discurso cuyo narrador pertenece en calidad de personaje [no protagónico] a la HISTORIA (o DIEGESIS) que se narra. Dícese también de ese narrador.
[8] Si el texto es narrado desde los distintos puntos de vista.
[9] Función básica en la sintaxis de la acción narrativa que articula la historia contada en la novela, y que puede ser desempeñada por uno o varios personajes.

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