CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA:
EL REFERENTE EXTRATEXTUAL Y SU FICCIONALIZACIÓN EN EL TEXTO LITERARIO.
(Fragmentos de los Caps. V y VI de Morales, Eddie. Mito y Antimito en
García Márquez. Valparaíso, Ediciones de la Facultad de Humanidades,Universidad de Playa
Ancha, 2002, passim pp. 67-84.)
Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, tiene como fuente metadiscursiva[1] de la materia narrada un hecho real de
parecidas connotaciones a los eventos de la novela acontecido en el pueblo de
Sucre en Colombia.
Segre acota que "sí se quiere explicar la génesis de una obra será
útil, cuando sea posible, la reconstrucción del contexto" (1985: 43). Esto
último es lo que se pretende en este capítulo: señalar la posible fuente
extratextual de Crónica de una muerte anunciada, ficcionalizada en el discurso
literario.
En más de una oportunidad García Márquez ha manifestado que
"solamente
escribo sobre cosas que conozco; gente que he visto. Yo no analizo” (Revista
Hoy, Agosto de 1981). Es indudable que su oficio como redactor y periodista, ha
llevado a nuestro autor a buscar en el mundo circundante la materia narrativa
para sus obras, por eso que la afirmación recién citada cobra plena validez, ya
que la novela sobre la muerte de Santiago Nasar está basada en un hecho
luctuoso de carácter policíaco sucedido en 1951 en el pueblo de Sucre en
Colombia, que involucró casi al mismo número de personajes que los que aparecen
en la novela.
De esta manera, entonces, el
asunto[2] de este relato -según la definición kayseriana-,
o sea, la idea inspiradora de la historia narrada, es el hecho de sangre
acontecido en Sucre y que, probablemente, atrajo a García Márquez por el
potencial novelesco encerrado en la historia policíaca. Ciertamente que como periodista García Márquez sabía que en
el episodio sucreño estaban los elementos claves y necesarios para
ficcionalizarlos a través del discurso narrativo.
Las conexiones entre el texto literario de García Márquez y su probable
fuente extratextual se encuentran, en el método que adopta el narrador en la
concretización del mundo, esto es, la
encuesta periodística, pues el enunciante
combina el relato en primera persona con los discursos de los personajes, es
decir, de los testigos.
[ “ El día que lo iban
a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el
buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de
higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el
sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
«Siempre soñaba con árboles», me dijo
Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel
lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de
papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo.
Tenía una reputación muy bien ganada de intérprete certera de los sueños
ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún
augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con
árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte.”]
Además, esta conexión con el discurso periodístico al interior del
texto narrativo se revela mediante el uso del vocablo "crónica", que remite semánticamente al ámbito [periodístico]
señalado en el que el autor se ha movido gran parte de su vida.
De igual modo, la relación extratextual también se manifiesta a través
de los rasgos de novela policial que
tiene la obra de García Márquez, cuya lectura también es pertinente, pues
"si la novela policíaca parte de un
suceso que el narrador o el protagonista deberán desentrañar en el curso del
relato, Crónica de una muerte anunciada nace de un suceso más o menos similar.
La novela se parece a un efecto que busca su causa " (Collazos 1983:
221). Por otra parte, se debe tener presente que ya en su primer relato
novelesco, La Hojarasca ,
había insinuado los códigos de la novela policíaca en la materialización de
este texto. De este modo no es extraño que en la novela sobre el asesinato de Santiago Nasar, García
Márquez vuelva a moverse sutilmente en torno a situaciones típicas del relato policial, más aún si la novela se asienta sobre la base de un
hecho que tiene estas características.
Sin embargo, en el manejo de los códigos pertenecientes a este tipo de
texto literario, el autor transgrede
ciertos tópicos del mismo.[Resolución
del enigma; solución del caso] Así, por ejemplo, en la novela nunca se
llega a dilucidar cabalmente si Santiago Nasar fue realmente el seductor de
Angela Vicario, pues el narrador escamotea este dato dejando al lector sumido en la incógnita, situación que en el relato
policial típico generalmente no acontece. A este respecto, Amorós acota que
"la novela policial tiene un carácter fuertemente cerebral. Significa la
resolución de un problema, casi de un crucigrama (.. ). Obedece a uno de los
pocos prejuicios que son aceptados universalmente: el malhechor es un
antisocíal, debe ser hallado y castigado (...) Su meollo son los hechos. Más
aún: busca una verdad concreta, fácilmente ininteligible. Y evita todo elemento
inútil o retardatario del ritmo de la acción, que debe ser
trepidante"(1981: 126 - 127).
Evidentemente que en la novela de García Márquez ciertos datos
textuales de la materia narrativa son irresueltos por el narrador, debido a la
perspectiva narrativa que adopta para enunciar el discurso. De los rasgos
acotados por Amorós, sin duda, que los
hermanos Vicario ejercen justicia por su propia cuenta, transformándose así
Santiago Nasar en el malhechor sin que se le haya probado la culpabilidad que
ocasiona el castigo. Lo anterior es producto de la desconstrucción del código policíaco realizado por García Márquez en
esta novela; donde sí se mantiene en los ámbitos contextuales de este tipo
de relato es en lo que Amorós denomina el ritmo de la acción, ya que el
narrador se concentra en la desnuda anécdota, sin que elementos catalíticos[3] vengan a complementar el relato, pues lo que
realmente interesa es la presentación de los hechos.
El narrador, además, niega otros
elementos del código de la novela policial. Habitualmente este tipo de
relato inicia la enunciación del discurso por su desenlace, es decir, se trata de encontrar al culpable del hecho
delictuoso. En otras palabras, "todo
está en ella al servicio del hecho de que el lector tenga posibilidades de
averiguar el culpable; y, a la vez, que la solución final sea sorprendente"
(Amorós 1981:126). En el caso de la novela de García Márquez, la composición
del texto diegético[4] es mediante la disposición 'in medias res'[5], porque los hechos, como es característico en
la narrativa del autor, son presentados cuando ya se han iniciado; de este
modo, el lector se ve inmerso inmediatamente en la materia narrativa. Por el
contrario, el relato típico policial dispone los acontecimientos en 'in extremas res'[6].
En Crónica de una muerte anunciada la primera línea de la enunciación
anuncia ya el desenlace;[ El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se
levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.] así, García Márquez también deconstruye el
código del relato policial, pues la
sorpresa de que habla Amorós es anulada por el propio narrador desde el
principio.
Mas este anuncio prematuro no le quita expresividad ni interés a la
intriga, ya que el narrador maneja con habilidad los datos contradictorios o
inconexos, aventurando hipótesis más que certezas, poniendo los hechos en
diferentes versiones de testigos del suceso de sangre. El desarrollo de los eventos conducirá en la novela a saber por qué y
cómo fue muerto Santiago Nasar, además de quiénes lo ejecutaron; pero el relato
mantendrá en silencio si el seductor de Angela Vicario fue tal realmente.
Finalmente, el relato presenta
un narrador-investigador que indaga el homicidio [Otra de las fases
obligatorias del esquema en que se asienta todo relato policial]casi como una
encuesta judicial, transformando así la novela en "la zigzagueante
reconstrucción de un crimen, tema nada novedoso y que únicamente por la forma
de ser narrado se convierte en novela singular" (Collazos 1983:226).
Los datos del crimen ficcionalizado por García Márquez fueron recogidos
periodísticamente en un reportaje especial realizado en Sucre y publicados en
1981 en la desaparecida revista chilena semanal Hoy, con ocasión de la circulación de la novela del colombiano.
"Al parecer no fue en ese hombre
árabe (Santiago Nasar) sino en un muchacho colombiano en quien se
efectuó el delito, joven de poco más de veinte años y que estudiaba medícína.
Debido a razones de honor, tal como aparece en la novela, se persigue lo
insólito: matar"(Macías 1982: 57).
Efectivamente, en el municipio de Sucre los mayores recuerdan todavía
con horror el crimen perpetrado en una mañana lluviosa del año mil novecientos
cincuenta y uno, en el que el joven Cayetano Gentile, de 22 años, estudiante de
tercero de medicina en la Universidad Javeriana de Bogotá y heredero de la
mayor fortuna del pueblo, cayó abatido a machetazos, víctima de un confuso
incidente de honor y sin saber a ciencia cierta por qué moría. Según la
información del semanario, Cayetano fue asesinado por los hermanos Víctor y
Joaquín Chica, cuya hermana Margarita, casada el día anterior con Miguel Reyes
y devuelta por el marido la misma noche de bodas, acusó a Cayetano de ser el
autor de la desgracia que le había impedido llegar virgen al matrimonio.
Este asunto extratextual
perteneciente al código policíaco
judicial, le sirve a García Márquez treinta años después de fuente de
inspiración para estructurar su novela; el
episodio sucreño le permite establecer la mecánica amorosa de la historia
ficticia inspirada en el suceso policial.
Por otra parte, CMA se presenta como un relato singulativo, ya que en él se desarrolla una historia o
evento único, esto es, la muerte de Santiago Nasar producto de las heridas que
le propinan los hermanos Pablo y Pedro Vicario, para vengar la supuesta afrenta
cometida por el dueño del Divino Rostro en la persona de Angela Vicario, la que
acusa a Santiago Nasar de haber sido su seductor, lo que hace que su reciente
esposo Bayardo San Román la devuelva la misma noche de su boda al encontrarla
desvirginada.
Hemos puesto supuesta afrenta,
pues en el relato nunca se establece taxativamente si Santiago Nasar fue el
causante del hecho que ocasionara la tragedia: la muerte del protagonista. Este
evento suscitará la investigación del
narrador-cronista varios años después del suceso, con el fin de explicarse la
muerte de Santiago, indagación que es realizada a través de la encuesta a
los principales participantes en el hecho, así como a los testigos y a los
propios recuerdos de que dispone el narrador.[ Acercándose entonces la novela
de García Márquez a los códigos del relato policial, como ya quedó dicho]
La narración, por tanto, se establece como un relato homodiegético[7], ya que el narrador está presente en la
historia como personaje.
Es este narrador-cronista quien plasma lingüísticamente los eventos que
condujeron a la muerte a Santiago Nasar. La perspectiva que adopta este
narrador de CMA es la focalización
múltiple[8], pues el mismo acontecimiento es visto
sucesivamente por diferentes actantes[9], que van siendo apelados por el narrador básico en este intento por
configurar la historia, en otras palabras, por aclarar los hechos que
desembocaron en la muerte de Santiago Nasar.
Estas perspectivas diversas son las que hacen que CMA desde el punto de
vista semántico se constituye como un
texto irresuelto, abierto, ambiguo, porque en el nivel del enunciado se va
desfigurando o negando aquello que en la enunciación se ha ido concretizando.
Este juego constructivo/desconstructivo
en que nos hace participar el narrador busca descentrar el relato desde la
categoría significativa en que se le sitúa como texto escritural. Como tal, la
novela de García Márquez se inscribe como una crónica, es decir, como un
relato donde se busca presentar una relación de hechos históricos según se han
ido realizando en el orden del tiempo.
Para Solotorevsky, la crónica es "un texto estrechamente relacionado al tiempo y al calendario, que
registra especialmente acontecimientos aislados, configurados en un lenguaje
conciso, con impersonalidad, prescindencia de comentarios valorativos,
objetividad, precisión y sin ambigüedades, texto válido como fuente histórica y
en el cual el cronista expondrá -siguiendo un orden cronológico hechos de los
que fue actor o testigo o que están presentes en la memoria de sus
contemporáneos" (1984:1077 - 1078).
Constructivamente, CMA se
presenta como una crónica desde su propio título, cuyo valor semántico
tiene una doble acepción, ya que es anunciativo por cuanto remite el contenido
de la historia y enunciativo, pues señala el orden escritural en que se
pretende insertar como configuración lingüística, o sea, como texto cronístico.
En una primera instancia, la
obra de García Márquez participa de los aspectos determinantes de la naturaleza
de un discurso que tenga este carácter. Así, por ejemplo, el narrador confiere importancia a
la precisión temporal, señalando la
hora en que se levantó Santiago Nasar el día en que fue asesinado; con igual
exactitud recuerda la circunstancia temporal en que salió de su casa, para
informar que desde este momento hasta que fue muerto por los Vicario habla
transcurrido una hora:
"El día en que lo iban a
matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque
en que llegaba el obispo (...). Más aún: las muchas personas que encontró desde
que salió de su casa a las 6.06 hasta que fue destazado como un cerdo una ahora
después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen humor... "(9 -
10).
Además, como texto cronístico, CMA participa de tal condición porque
pretende registrar un acontecimiento central en el orden de la historia, esto
es, la muerte de Santiago Nasar, desde
un narrador-cronista que reconstruye los hechos ocurridos veintisiete años
antes, basándose en sus propios recuerdos así como en la memoria colectiva de
sus contemporáneos:
"Siempre soñaba con
árboles'; me dijo Plácido Lineros, su madre, evocando 27 años después los
pormenores de aquel lunes ingrato"(9).
Sin embargo, esta perspectiva cronistica de la exactitud y de la
precisión que el narrador esboza en las primeras líneas del relato, es
sistemáticamente desconstruida y negada por la propia enunciación lingüística
del narrador, ya que cuando se refiere a
las circunstancias ambientales y atmosféricas del día en que Nasar fue
asesinado, lo hace con un discurso ambiguo que en definitiva no aclara cómo se
presentaba ese día lunes:
"Muchos coincidían en el
recuerdo de que era una mañana radiante con una brisa de mar que llegaba a
través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un buen febrero de
aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre,
con un cielo turbio y bajo y un denso olor de aguas dormidas, y que en el
instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había
visto Santiago Nasar en el bosque del sueño " (11) .
Paradójicamente, toda esta situación es negada más adelante por los testimonios
de Victoria Guzmán ("estaba segura
de que no había llovido aquel día, ni en todo el mes de febrero", 17);
los Vicario ("No estaba lloviendo';
recordaba Pablo Vicario. 'Al contrario -recordaba Pedro-: había viento de mar y
todavía las estrellas se podían contar con el dedo'; 100); la impresión del
propio narrador ayuda también a situar en la inexactitud y en la imprecisión al
discurso: "Hasta entonces no había
llovido. Al contrario, la luna estaba en el centro del cielo, y el aire era
diáfano..." (108). Por otra parte, Cristo Bedoya también opina contrariamente
a como lo hace la mayoría, pues para él ese día no llovía: "Por supuesto que no estaba lloviendo" ; me dijo Cristo
Bedoya. "Apenas iban a ser las siete, y ya entraba un sol dorado por las
ventanas.
Las citas vienen, entonces, a
confirmar la idea de que el discurso planteado en un comienzo como
esencialmente cronístico, se desdibuja paulatinamente por las contradictorias
versiones para señalarla situación ambiental de ese día. Si nos atenemos a
la opinión de la mayoría, se descubre que está sustentada en una imagen mítica de la realidad, es decir,
la mayoría pueblerina busca asociar la situación ambiental del día fatal con
las características que tiene el hecho de sangre; por esta razón, el narrador
al recoger la opinión de las gentes dice que "era un tiempo fúnebre";
con "un cíelo turbio "y "un denso olor de aguas dormidas".
Semánticamente, se intenta crear una ambientación tétrica, deprimente,
propicia para el evento que ocurrió ese día: la muerte de Santiago Nasar.
De este modo se mitifica la realidad, señalando incluso que "en el
instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había
visto Santiago Nasar en el bosque del sueño”. Con este indicio se provoca la unión de la realidad concreta -que en el
fondo no ha sido aclarada por el narrador- y la realidad onírica -los sueños
premonitorios de Nasar-, produciéndose la pérdida de la objetividad y precisión
del discurso cronístico.
[2] “Lo que vive en una tradición propia, ajena a la
obra literaria, y que va a influir en su contenido”.
(Wolfang Kayser,
Interpretación y análisis de la obra literaria.)
[3] Las
unidades narrativas son:
-Los
núcleos son las acciones que dirigen la narración hacia la
situación final o desenlace. Abren, mantienen o cierran una alternativa,
de manera que encauzan el curso de la acción en determinada dirección.
Por ejemplo, el protagonista invita a cenar a una chica; si ella
accede, iniciarán un romance; si no accede, él
pasará la noche vagando por el puerto, desconsolado, y allí conocerá
a otra chica que también acaba de salir de un desengaño amoroso y el romance
del relato se producirá con ella. Es decir, la acción invitación
más la reacción aceptación/rechazo producirán una transformación muy
importante en la historia o en los agentes de la historia, hasta el punto
que su modificación o supresión alteraría notablemente el sentido de la
narración.
-Las
catálisis son las acciones o secuencias de acontecimientos que conectan los
núcleos entre sí, permitiendo el fluir de la historia. Pongamos que la
chica acepta la invitación a cenar del protagonista. La siguiente
acción puede ser que él va a recogerla a casa para llevarla al
restaurante. O bien, que la chica coge el tren desde el
pueblo donde vive para ir a la ciudad donde está el restaurante. O
podemos contar lo que hacen cada uno de los dos en las horas previas a la
cita, incluyendo la visita de la chica a la peluquería y la del chico
al banco para sacar el dinero necesario para pagar la factura. O
eliminar toda esa parte y empezar directamente cuando ya están sentados
a la mesa.
[4] Diégesis.
Del griego. Sustantivo femenino. En el análisis de obras literarias, relato, entendido como secuencia lógica
y temporal de las acciones.
[5] Planteamiento del DISCURSO narrativo que por
comenzar el relato en un punto medio del TIEMPO DE LA HISTORIA , como hizo
Homero en la Iliada ,
provoca luego la retrospección o ANALEPSIS.
[7] Aquel
discurso cuyo narrador pertenece en calidad de personaje [no protagónico] a la HISTORIA (o DIEGESIS) que
se narra. Dícese también de ese narrador.
[9] Función
básica en la sintaxis de la acción narrativa que articula la historia contada
en la novela, y que puede ser desempeñada por uno o varios personajes.
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